Llegó mayo y se me olvidó poner esto. Debía haberlo escrito para el 19 de mayo concretamente.
En cualquier caso, la recuperación es eterna. Este año 2023 tocó subida de la inflación dejando la recuperación del poder adquisitivo peor de lo que estaba. Además de los problemas derivados de la guerra de Ucrania que provocaron o sirvieron de excusa al alza de los materiales básicos y por lo tanto de las manufacturas. Por otro lado la energía y los productos necesarios para la producción agrícola y ganadera subieron los precios de la cesta de la compra a la que este verano se añade una sequía que llegando otoño no se ve que vaya a acabar.
Resumiendo, siempre habrá quien vea brotes verdes creciendo como esa planta en el asfalto.
Quién me iba a decir que tantos años después del primer post en que me dio por hablar de los brotes verdes. Que tras verlos morir durante la pandemia de COVID-19 y resurgir al año siguiente (Brotes verdes 12 años después), solo me queda decir que este mayo de 2022 con una guerra en plena Europa y con una ola de calor en España lo más probable es que los brotes se sequen.
He vuelto a buscar las palabras «brotes verdes» y casi no hay nada en el último mes que no sean temas deportivos usando esta metáfora. Así que me quedo con una imagen de ayer obtenida como un pantallazo de la web de finviz.
Lista de libros post-apocalípticos
Y como lo veo todo muy negro os voy a compartir una lista de libros post-apocalípticos para que estéis preparados:
Apocalipsis suave de de Will McIntosh El fin del mundo, en incómodos plazos Una hoja de ruta para un futuro que ya hemos empezado a vivir «No somos vagabundos: somos nómadas.» Es la expresión de la última brizna de dignidad que le queda a un universitario tras años de desempleo, sin techo y sin blanca, que deambula con muchos otros en el límite de la subsistencia. Como él, millones de desahuciados vagan por caminos y carreteras, desesperados por aferrarse a los ecos de un esplendor que ya no existe, mientras el sueño del capitalismo emite sus últimos estertores. Apocalipsis suave corta la respiración no solo por la verosimilitud con la que describe (¿predice?) el colapso del capitalismo, sino por la escalofriante lucidez con la que, en paralelo, recrea la descomposición de la personalidad de sus víctimas: la renuncia progresiva a valores que creíamos absolutos y la pugna por mantener viva una llama que siga dándole sentido a la vida. «Vas a leer una novela acerca de lo lento y progresivo que puede ser el final de tu especie. Y te va a gustar.» del prólogo de Emilio Bueso.
Cenital de Emilio Bueso «La mano invisible te ha robado la cartera y el futuro, y no se detendrá cuando algunos gobernantes dimitan. Esto no se arregla con unos años de ajuste ni inyectando capitales ni nacionalizando bancos. Esto no se va a quedar en los aeropuertos sin aviones, los trenes de alta velocidad sin pasajeros, la gente sin pisos y los pisos sin gente. Esto sólo acabará cuando un silencio sepulcral se enseñoree de todas las grandes ciudades, cuando el apagón se vuelva permanente y las bicicletas se desplieguen por las autopistas de peaje. Para entonces habrán muerto millones de personas.» Convencido de que la actual crisis económica es resultado del agotamiento del petróleo, un colectivo antisistema se reúne en torno a un líder profético para enfrentarse al colapso de la sociedad y así sobrevivir.
La parábola del sembrador de Octavia Butler Cuando el cambio climático global y las crisis económicas conducen al caos social a principios de la década de 2020, California se llena de peligros, desde la escasez generalizada de agua hasta las masas de vagabundos que harán cualquier cosa para sobrevivir otro día más. Lauren Olamina, una joven adolescente de quince años, vive dentro de una comunidad cerrada con su padre, un predicador, su familia y sus vecinos, relativamente protegida de la anarquía circundante. En una sociedad donde cualquier vulnerabilidad es un riesgo, ella sufre de hiperempatía, una sensibilidad debilitante hacia las emociones de los demás.
Cuchillo de agua de Paolo Bacigalupi En un futuro no muy lejano, tras siglos de sobreexplotación, el río Colorado está secándose. La catástrofe obliga a miles de ciudadanos a emigrar a zonas más fértiles de Estados Unidos, pero los estados deciden construir barreras para impedir la marea de refugiados que se les viene encima. A medida que la sequía se extiende y se prolonga, el campo y las ciudades se convierten en páramos sin ley, presas de especuladores que empiezan a comerciar con la desesperación de los seres humanos.
La carretera de Cormac McCarthy En un mundo apocalíptico donde llueve ceniza, un hombre y un chico cruzan a pie el territorio norteamericano en dirección al sur. El hambre es mucho más que una preocupación diaria: es la medida de todas las cosas, y las bandas de caníbales asolan el país convertido en un yermo donde solo la barbarie ha echado raíces. El amor de un padre por su hijo es, sin embargo, la única luz de una tierra que ha perdido a sus dioses. Quizá el fuego de la civilización no se haya apagado para siempre.
Como banda sonora os recomiendo las bandas sonora de los videojuegos The Last of US
Ya han pasado 12 años desde que una ministra anunciara que veías «brotes verdes» en la economía española. Si alguna vez crecieron lo suficiente todos tenemos claro que el COVID-19 probablemente los secó.
Este año me ha dado por mirar si alguien más se acuerda de la efeméride y aunque veo que no, si que descubro que al final las palabras «brotes verdes» se han convertido en una metáfora de uso común para resurgimiento económico.
11 años después de que una ministra anunciara que veías «brotes verdes» en la economía española, llegó el COVID-19 para llevárselos si es que estaban ahí.
El año pasado hice una comparativa barata de la economía, veremos cuando la pandemia pase dónde estamos en materia de gasto público y deuda.
¿Quién lo diría? que 8 años después sigo publicando este post absurdo en torno a una falsa recuperación económica. El año pasado le puse más ganas, pero este año no me queda mucho por añadir. Solo un par de preguntas:
¿Crees que ya sí hay brotes verdes en la economía española?
¿Crees que hemos mejorado algo o solo es un espejismo?