Ya han pasado 12 años desde que una ministra anunciara que veías «brotes verdes» en la economía española. Si alguna vez crecieron lo suficiente todos tenemos claro que el COVID-19 probablemente los secó.
Este año me ha dado por mirar si alguien más se acuerda de la efeméride y aunque veo que no, si que descubro que al final las palabras «brotes verdes» se han convertido en una metáfora de uso común para resurgimiento económico.
En este, este no. Pero casi. Corría el año 2004 y empecé a escribir por razones que ya he contado más de una vez y que a nadie le importan. El post con un título muy original en aquella época:
Hoy seguramente esa frase no signifique nada para mucha gente y la verdad es que tampoco es que yo la haya vuelto a usar mucho. En cualquier caso el blog se sostiene como un zombi, un no-muerto en el que escribo solo lo imprescindible. Curioso «ciclo de vida del blog» que he visto en más de un caso. Con el tiempo la mayoría han pasado al estado latente y las visitas decayendo al tiempo que las publicaciones para entrar en un ciclo destructivo:
como nadie me lee ⇒ no escribo
como no escribo ⇒ nadie me lee
Y así hasta el infinito. Y qué más da.
¿Nos volveremos a ver para la mayoría de edad del blog?
Ya es otoño en el hemisferio norte. Es 2020 y estamos bajo los efectos de una pandemia global por un coronavirus denominado COVID-19 y que provoca una enfermedad denominada SARS-CoV-2.
La enfermedad es como la «lotería de Babilonia» de Borges, te puede tocar que no te enteres o lo mismo te sale muerte. Blanco o Negro y muchos tonos de grises por medio.
Cuando me pregunten como luché contra esta catástrofe diré que me quedé en casa viendo la vida pasar, saliendo con una mascarilla de papel a la calle y con jabón y alcohol en las manos. Y ya.
Nos acostumbramos a todo, vivimos en un Apocalipsis suave del que lo mismo salimos o no, nadie lo sabe porque nadie prevé que esto sea para siempre o que no vaya a terminar algún día.
Recordando esa novela he pensado en mi último viaje a Cuba con el país entero desmoronándose y la gente adaptándose a la situación. Sales de la Habana por una carretera de 8 carriles, la 8 vías, atraviesas media isla y de repente hay caminos para solo 2 coches y la mayoría de lo que ves son carretas y gente a caballo. Electricidad procedente de grupos electrógenos y coches reparados una y mil veces.
Por lo menos es otoño, cambia la estación, las horas de sol la temperatura y ya mismo la ropa que nos ponemos para salir a la calle. Por ejemplo un jersey para el otoño.
La verdad es que no pensaba escribir nada. Ha sido un cumpleaños raro. Hoy se acaba el estado de alarma en España. Mañana entraremos en la nueva normalidad.
11 años después de que una ministra anunciara que veías «brotes verdes» en la economía española, llegó el COVID-19 para llevárselos si es que estaban ahí.
El año pasado hice una comparativa barata de la economía, veremos cuando la pandemia pase dónde estamos en materia de gasto público y deuda.
Este 3 de mayo en medio de una pandemia por el coronavirus COVID-19 no me molesté en escribir nada sobre el cumpleaños de mi blog. Claro que la magia informática permite escribir después y poner la fecha que te apetezca.
Mi blog moribundo que no era este, si no otro en otra galaxia.
Pero haciendo un poco como «El caballero inexistente» de Italo Calvino, este blog se sostiene por los post que publico por seguir mis propias tradiciones. Cumpleaños, reseñas de libros con retraso, fotos que no vienen a cuento. Todo realmente decadente.
«Primero se llevaron a los chinos, pero como yo no era chino, no me importó. Después se llevaron a los coreanos, pero como yo no era coreano, tampoco me importó. Luego se llevaron a los japoneses, pero como yo no era japonés tampoco me importó. Más tarde se llevaron a los iraníes, pero como yo no era iraní, tampoco me importó. Después siguieron con los italianos, pero como yo no era italiano, tampoco me importó. Ahora vienen por mí, pero ya es demasiado tarde.»